domingo, octubre 22, 2006

Sonnet 29


"When, in disgrace with Fortune and men's eyes, I all alone beweep my outcast state, And trouble deaf heaven with my bootless cries, And look upon myself and curse my fate, Wishing me like to one more rich in hope, Featured like him, like him with friends possessed, Desiring this man's art and that man's scope, With what I most enjoy contented least; Yet in these thoughts myself almost despising, Haply I think on thee, and then my state (Like to the lark at break of day arising From sullen earth) sings hymns at heaven's gate; For thy sweet love remembered such wealth brings That then I scorn to change my state with kings."

Written by William Shakespeare
Illustrated by Margaret Murray

3 comentarios:

federico dijo...

Antes de entrar a tu página pensaba en ojos, en esa frase que dice: a veces los ojos no son los ojos que miran.

Y me encuentro con esta imagen.

Saludos

Albacrepuscular dijo...

Los ojos son espejos y reflejo del anima interior. Uno puede conocer las intenciones solo basta adentrarse y explorar esa profundidad infinita. Hay personas diestras en esconder la mirada, cuidate de ellos (as). Y confia en tu lectura de esos iris.

Mizpah dijo...

La mirada especular de lo que el otro nos devuelve de manera inversa de nosotros mismos...

La mirada que interna, aquella que nos mira mientras que nuestros ojos se encuentran cerrados...

La mirada del otro que nos sostiene y para la cual no dejamos de des-encontrarnos en el ojo del espejo...

La mirada ciega que nos huele, nos toca, nos escucha, nos siente...

La mirada sumergida en el más intenso de los sueños, mirada que conjuga a los más bellos ojos, que como dice Sir William, son capaces de hacernos entonar himnos a la puerta del Paraíso...

Y claro, el lugar de la no-mirada, ese lugar temible y tan frecuentemente encontrado... la no-mirada que mata, que hiere, que fragmenta, que espera el amanecer de nuevos ojos...